Sólo aquel que
pierde el cabello advierte que el problema excede a la mera preocupación
estética y repercute sobre la propia autoestima. Aunque a la hora de buscar
“culpables” de la caída capilar, el principal pareciera ser el árbol
genealógico: el 95-99% de los casos en hombres puede atribuirse a la llamada
alopecía androgenética o hereditaria, el mismo fenómeno responsable de la
prominente calvicie de los padres, tíos o abuelos.
“Puede empezar a cualquier
edad, incluso en la adolescencia”, informa el Centro de Información de Caída
del Cabello de Estados Unidos y Canadá. A los 30 años afecta a un tercio de los
hombres, y a los 50 a la mitad. Suele comenzar en las zonas laterales, cerca de
la parte frontal, o bien irradiar hacia atrás desde la parte superior de la
cabeza.
El cirujano
plástico argentino Nicolás Lusicic, especialista en restauración capilar,
señala que en la alopecia de causa hereditaria confluyen la acción de las
hormonas masculinas -andrógenos- y un territorio capilar predispuesto por
designios del ADN. “Los andrógenos aceleran la caída sólo de aquellos cabellos
que están genéticamente destinados”, destaca. Esta circunstancia es
irreversible (viene codificada en el patrón hereditario de cada persona) y no
se evita mejorando la irrigación de la zona ni usando suplementos con vitaminas
o aminoácidos. “Una vez que el pelo se cayó, no hay manera de que se vuelva a
generar un bulbo”, agrega Lusicic, quien es miembro de la World Hair Society y
dirige el Instituto Hair Recovery Argentina de microtransplante capilar, en
Buenos Aires.
El proceso
hereditario de caída del cabello se dispara y propaga en forma lenta y
sostenida, aunque los pacientes sólo lo advierten cuando el debilitamiento
capilar es manifiesto. “Me di cuenta que el peluquero tardaba cada vez menos en
cortarme el pelo”, comenta Sergio B., un empleado bancario de 33 años.
Bajo la lupa, la
historia comienza antes. Las hormonas masculinas actúan fundamentalmente sobre
aquellos folículos o raíces que -en la porción superior o lateral de la cabeza,
en personas con antecedentes familiares- tienen mayor cantidad de receptores
específicos al DHT. Según informa el dermatólogo australiano Rodney Sinclair en
el “British Medical Journal”, el DHT es un derivado activo de la testosterona
que favorece la fase de caída del cabello (telofase) en desmedro de la de
crecimiento (anafase). La sustancia se transforma así en un verdadero enemigo
interior de la imagen, implacable, y sobre el que pretenden actuar con éxito
variable algunos medicamentos contra la alopecía.
En las mujeres,
este tipo de calvicie puede verificarse cuando hay severas fluctuaciones
hormonales: al comenzar o interrumpir el uso de anticonceptivos, al inicio del
embarazo después del parto, o durante el climaterio.
Si la alopecía
androgenética es la principal causa de caída del cabello, sobre todo entre los
hombres, hay otros factores que también pueden desencadenar el proceso.
Así, hay ciertos
medicamentos -antitumorales, derivados de la vitamina A, etc.- que pueden
promover la caída parcial o total del cabello, aunque el problema se revierte
una vez suspendido el tratamiento.
La alopecía areata
es una pérdida repentina y localizada del cabello de causa desconocida, que a
veces puede involucrar todo el cuerpo (alopecía universal). Salvo en este
último caso, el pelo suele volver a crecer al cabo de algunos meses.
¿Y qué hay del
estrés? Los especialistas aseguran que, en estos casos, la caída se manifiesta
de forma rápida y en forma de “medallón”. “Su recuperación es natural y no
requiere de tratamiento alguno”, destaca la cirujana argentina Alejandra
Susacasa, especialista en medicina estética y coordinadora de Hair Recovery.
Las quemaduras o
lesiones graves también pueden dejar una cicatriz en la que no crece el
cabello, aunque ahora hay técnicas quirúrgicas modernas que permiten cubrir el
área afectada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario